10 Claves para Enfrentar y Aceptar Tu Trastorno Alimenticio
Como yo acepté el problema fue cuando, sinceramente, me cansé de estar enferma de sentirme enferma. Ya no podía más. Ir a comprar ropa se había convertido en una pesadilla porque nada me quedaba; tenía que ir a la sección de niñas. Mi pelo se caía, aparecían moretes sin razón aparente, sentía frío todo el tiempo, y mis pensamientos estaban descontrolados. Las miradas de lástima en el gimnasio solo empeoraban las cosas. No había visto mi periodo en ocho años. Literalmente, estaba en un infierno.
Llega un punto en el que ya no puedes seguir justificándote. Sabía que tenía un problema, pero no quería creerlo. Me escudaba en excusas como «pero si yo como», o «no es tan grave». Y así, una y otra vez, me convencía de que estaba bien cuando, en el fondo, sabía que no lo estaba. Al final, no pude seguir engañándome, por más que intentara creer que todo estaba bajo control en algunos momentos.
Aceptar que tienes un problema no es fácil, y cada proceso de sanación es único. Pero la realidad es que, para cambiar, tienes que estar verdaderamente convencida de que lo quieres. Cuando llegas a ese punto de cansancio profundo, y te artas de esa situación, es cuando realmente puedes dar el paso hacia la sanación. Y créeme, ese paso es el más importante. Aquí te comparto 10 pasos que pueden ayudarte a comenzar ese camino hacia la aceptación, escritos desde el corazón y con la esperanza de que puedan resonar contigo.
1. Reconoce que algo no está bien
El primer paso es dejar de negar lo que sientes. Si te das cuenta de que tienes pensamientos constantes sobre la comida, tu peso o cómo te ves, es una señal de alerta. No se trata de dramatizar, pero si la comida y tu imagen corporal están ocupando demasiado espacio en tu mente, algo no está bien. Haz una pausa y pregúntate con sinceridad: ¿esto me está quitando la paz?
2. Deja de minimizar tus síntomas
Es fácil pensar que lo que haces no es «tan grave» porque “otras personas lo hacen peor”. Si algo te está afectando negativamente, es un problema, y ese problema merece tu atención. Yo también pasé por esa etapa de justificarme, me decía cosas como «pero yo sí como» o «no es tan grave como para buscar ayuda». Me estaba engañando. Recuerda, si algo te está robando la salud física o mental, eso es razón suficiente para buscar apoyo.
3. Escucha a tu cuerpo
Tu cuerpo te habla todo el tiempo, pero a menudo lo ignoramos. ¿Tienes frío todo el tiempo? ¿Se te cae el cabello? ¿Te sientes débil o te salen moretes sin razón? Estos son síntomas de que algo no está bien. Yo misma experimenté todos estos signos, y me tomó mucho tiempo darme cuenta de que eran las consecuencias de mi relación con la comida. No esperes a que tu cuerpo te grite, empieza a escucharlo ahora. Si te reconoces en alguno de estos síntomas, busca un chequeo médico o nutricional.
4. Observa tus pensamientos sin juicio
Uno de los grandes desafíos es que nuestra mente puede ser nuestro peor enemigo. Comienza a observar tus pensamientos sobre la comida y tu cuerpo sin juzgarte. Anótalos si es necesario. Yo solía obsesionarme con el control: cuántas calorías consumía, cuántas quemaba. Anotar esos pensamientos me ayudó a darme cuenta de que estaba atrapada en un ciclo. Si te sientes igual, intenta escribir lo que piensas cuando te sientas ansiosa con la comida. Esto puede ayudarte a identificar patrones que necesitan cambiar.
5. Háblalo con alguien en quien confíes
Puede ser aterrador abrirte sobre algo tan personal, pero decirlo en voz alta a alguien que te quiera y te escuche puede quitarte un gran peso de encima. No tienes que tener todas las respuestas, solo empieza a compartir lo que sientes. Recuerdo la primera vez que hablé con un alguien cercana sobre mis problemas alimenticios. No sabía qué esperar, pero su comprensión y apoyo fueron el primer paso para empezar a sanar. No tiene que ser familia, puede ser un vecino, tu pastora, personas de tu iglesia, etc. Solo alguien en quien confíes, o incluso busca ayuda profesional si te resulta más cómodo.
6. Infórmate sobre los desórdenes alimenticios
Muchas veces, no sabemos qué tan comunes son estos problemas o cómo afectan nuestra salud. Leer sobre las experiencias de otras personas y entender qué es un trastorno alimenticio te puede ayudar a darte cuenta de que lo que estás viviendo no es tu culpa, y que no estás sola. Hay recursos en línea, grupos de apoyo, e incluso podcasts que pueden ayudarte a comprender mejor lo que estás enfrentando. Yo, por ejemplo, empecé a seguir cuentas de redes sociales que hablaban de estos temas, y me hizo sentir menos aislada.
7. Acepta que necesitas ayuda
Este es uno de los pasos más difíciles, pero también el más liberador. Admitir que necesitas ayuda no es un signo de debilidad, sino de valentía. Todos necesitamos apoyo en algún momento, y este es tu momento. Hay muchas formas de buscar ayuda: hablar con un terapeuta especializado, un nutricionista o incluso un grupo de apoyo. A mí me ayudó asistir a sesiones de terapia grupal. Escuchar a otras personas con luchas similares me hizo darme cuenta de que no estaba sola y que era posible sanar.
8. Deja ir la vergüenza
La vergüenza es uno de los mayores obstáculos cuando se trata de aceptar que tenemos un problema alimenticio. Recuerda que no hay nada vergonzoso en luchar, lo importante es que estás dispuesto a buscar una solución, y eso ya te hace muy valiente. Yo me sentía avergonzada por no poder controlar mi comportamiento con la comida, hasta que comprendí que la verdadera fuerza está en pedir ayuda. Si sientes que la vergüenza te detiene, habla con alguien que te haga sentir segura, como un terapeuta o un amigo cercano.
9. Permítete sentir tus emociones
Es probable que estés usando la comida o el control sobre ella como una forma de evitar emociones difíciles. Permítete sentir lo que estás evitando. Las emociones, aunque dolorosas, son parte de la vida, y enfrentarlas es necesario para sanar. Yo solía controlar mi alimentación para evitar sentir tristeza o ansiedad, pero cuando empecé a permitir que esas emociones salieran a la superficie, me di cuenta de que podía manejarlas sin necesidad de lastimarme. Si te sientes abrumada, escribir un diario puede ser una herramienta útil para procesar lo que estás sintiendo.
10. Da el primer paso hacia la sanación
Aceptar que tienes un problema es solo el inicio. Lo siguiente es buscar la ayuda que necesitas: un terapeuta, un nutricionista, alguien que haya pasado por lo mismo y ya se recupero, puedes chequiar los recursos que Atarsis tiene para ti, si optas por esa alternativa. Videos en YouTube, un grupo de apoyo, etc. . Yo recuerdo la primera vez que busqué ayuda profesional. Fue aterrador, pero fue el primer paso hacia la libertad. Dar ese paso es un acto de amor hacia ti misma, y te llevará más cerca de la sanación.
Aceptar que tienes un problema alimenticio es aterrador, pero es el primer paso hacia una vida más plena y saludable. No estás sola en este camino, y siempre hay esperanza de sanación. Tómalo un día a la vez, con paciencia y compasión hacia ti misma.
El primer paso hacia la recuperación es reconocer que existe un problema." – Demi Lovato