Las Creencias Te Limitan


Ese Límite Invisible que No Te Deja Sanar.
Desde chiquitas absorbemos todo como esponjitas. Lo que veíamos en casa, lo que escuchábamos de los adultos, lo que sentíamos en la escuela… todo eso se quedó grabado. Y sin darnos cuenta, empezó a moldear la idea que tenemos hoy de nosotras mismas, de nuestro cuerpo, de la comida y hasta de lo que merecemos en la vida.
A eso le llamamos creencias.
Son como lentes con los que miramos el mundo y a nosotras mismas. Pero el problema es que pocas veces nos detenemos a preguntar: ¿estos lentes realmente me muestran la verdad o solo una versión distorsionada?
Las frases que se nos tatuarón
Muchas de esas creencias nacieron en la infancia, en momentos donde no teníamos ni la madurez ni las herramientas emocionales para entender lo que pasaba. Quizás escuchaste cosas como:
- “No llores, eso es de débiles”.
- “Eres muy sensible”.
- “Eso no es para ti”.
- “Tienes que portarte bien para que te quieran”.
- “Si no bajas de peso, nadie te va a querer”.
- “Las mujeres bonitas no comen tanto”.
Y ahí, sin darte cuenta, esas frases se quedaron como verdades absolutas. Creciste creyendo que sentir estaba mal, que no eras suficiente, que tenías que complacer a todos… o que tu valor dependía de tu cuerpo o de lo que comías.
Cómo esas creencias nos siguen frenando
El problema es que esas creencias no desaparecen con la edad. Siguen en automático, silenciosas, casi invisibles… pero siguen ahí.
Te hacen:
- Sentir culpa por comer.
- Compararte con otros cuerpos.
- Repetir patrones de restricción o atracones.
- Sabotear tu propio camino hacia la sanación.
- Sentirte inferior.
- Los hombre/mujeres son iguales.
- Tener miedo de manejar, salir, o tener una pareja.
Y lo peor es que terminas creyendo que ese es tu destino, que “así eres tú”, que nunca vas a poder estar en paz con la comida ni con tu reflejo.
Tu niña interior aún espera ser escuchada
Trabajar con tu niña interior es fundamental para sanar. Porque muchas de esas creencias nacieron ahí, en la niñez, y siguen buscando atención.
Pero no vas a poder hacerlo si sigues creyendo cosas como:
- “No necesito ayuda”.
- “Eso ya pasó”.
- “Así soy yo”.
- «Porque a mi».
- «Estoy salada».
- «Ya me dejo el tren».
- «A mi siempre me pasa».
- «Ya pa que».
Esas frases son creencias disfrazadas de verdad. Y no solo son un escudo para protegerte del dolor… también son una jaula que no te deja avanzar. Sanar es atreverte a cuestionar lo que aprendiste.
Es dejar de castigar a tu cuerpo por lo que no es y empezar a reconocer lo que sí eres.
Es mirar a tu niña interior y decirle con ternura:
«Ya no estamos en peligro. Ya no tenemos que demostrar nada. Hoy yo estoy aquí para cuidarte y amarte tal como eres.»
Lo que quiero que recuerdes
Las creencias no se borran de un día para otro.
Pero sí se pueden transformar.
Y cuando comienzas a transformarlas, das el primer paso para reconectar contigo, con tu esencia… y sanar de verdad tu relación con la comida, con tu cuerpo y contigo misma. Literal, es ir y cavar y cavar la mina de tu subconciente hasta llegar a lo mas profundo y encontrar tu verdad. Osea, encuentras ese diamante.
Hermosas, este camino no se recorre sola. Si estás lista para empezar a romper esas creencias y construir nuevas verdades que sí te sostengan, yo te acompaño en ese proceso. Porque mereces una vida libre de culpas, libre de miedo y llena de amor hacia ti.